PUBLICADO16.02.2021
A George Balanchine se le cita por haber dicho que el ballet es una mujer. Sin embargo, no es el caso de la Academia Vaganova de Ballet. Siempre ha sido una institución famosa por los reconocidos bailarines graduados, Balanchine entre ellos.
Hoy queremos hablaros del famoso profesor de la Academia Vaganova, quien entrenó a Rudolf Nureyev, Mikhail Baryshnikov, Yury Solovyov y Oleg Vinogradov. Alexander Pushkin, tocayo del gran poeta ruso, fue una leyenda del ballet soviético.
Empezó a dar clases en 1932 y dedicó 38 años de su vida a enseñar a grandes bailarines. A diferencia de Vaganova, él siempre hablaba con un tono de voz bajo y era muy amable con sus alumnos. Estaba convencido de que las instrucciones claras y la motivación funcionaban como magia. “Tienes que entender lo básico para entender cómo funciona todo y, solo entonces, saltar y girar”, solía decir.
Pushkin tenía un ojo agudo para el talento: en seguida se fijó en Rudolf Nureyev, que estudió con él durante tres años. Cuando el bailarín se lesionó bailando “Laurencia”, Pushkin incluso invitó a Nureyev a vivir a su casa, sabiendo que nadie cuidaría debidamente del joven.
En 1964, conoció a un Mikhail Baryshnikov de 16 años e inmediatamente le ofreció un puesto en la Academia Vaganova, enriqueciendo así el mundo del ballet con otra estrella.
En “El bailarín”, Ralph Fiennes interpreta a este gran maestro, que siempre será una inspiración para nosotros.
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Hoy queremos hablaros del famoso profesor de la Academia Vaganova, quien entrenó a Rudolf Nureyev, Mikhail Baryshnikov, Yury Solovyov y Oleg Vinogradov. Alexander Pushkin, tocayo del gran poeta ruso, fue una leyenda del ballet soviético.
Empezó a dar clases en 1932 y dedicó 38 años de su vida a enseñar a grandes bailarines. A diferencia de Vaganova, él siempre hablaba con un tono de voz bajo y era muy amable con sus alumnos. Estaba convencido de que las instrucciones claras y la motivación funcionaban como magia. “Tienes que entender lo básico para entender cómo funciona todo y, solo entonces, saltar y girar”, solía decir.
Pushkin tenía un ojo agudo para el talento: en seguida se fijó en Rudolf Nureyev, que estudió con él durante tres años. Cuando el bailarín se lesionó bailando “Laurencia”, Pushkin incluso invitó a Nureyev a vivir a su casa, sabiendo que nadie cuidaría debidamente del joven.
En 1964, conoció a un Mikhail Baryshnikov de 16 años e inmediatamente le ofreció un puesto en la Academia Vaganova, enriqueciendo así el mundo del ballet con otra estrella.
En “El bailarín”, Ralph Fiennes interpreta a este gran maestro, que siempre será una inspiración para nosotros.
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